viernes, febrero 11

UNA BELLA BRUJA

Alexandra Oprescu

Había una vez, en un pueblo muy, muy lejano y aislado del mundo, una casita en la que vivían felizmente nueve enanitos.
Un día, a su casita llegó una bruja, que contaba que su madrastra y sus hermanastras la maltrataban y la odiaban porque no tenía la piel blanca como la nieve y los labios rojos como la sangre. Entonces decidió irse de casa.
Los enanitos, al escuchar semejante injusticia, le dejaron pasar, y le ofrecieron un vaso de leche caliente y unas deliciosas galletitas caseras.
La bruja no era mala, sino que era buenísima y además era muy guapa y mientras los enanitos trabajaban duramente en las minas, ella les hacía jerseys de colores y muy bonitos. Cuando volvían del trabajo, se ponín muy contentos y estaban muy agradecidos.
Un día...



...la bruja salió de casa para darles una sorpresa a los enanitos visitándoles al trabajo. Por el camino, un lobo muy malo, contratado por una princesa feísima y además muy mala, intentó matar a la bruja. La bruja, como además de buena era lista, le contó su historia, y al lobo le dió tanta pena, que le dejó irse.
Al enterarse de lo sucedido, la princesa se enfadó muchísimo, porque ella también odiaba a la bruja, pero porque era muchísimo más guapa que ella y entonces decidió ocuparse ella misma de que eso cambiara. Mientras planeaba cómo hacerlo, la bella bruja llegó a la mina.
Cuando los enanitos la vieron, le dijeron que volviera rápidamente a casa, porque fuera estaba en peligro. La bruja obedeció e hizo lo que tenía que hacer.
De vuelta a casa, se encontró con un caballero que parecía ser muy bueno, pero al igual que otras muchas veces, las apariencias engañan. La princesa se había disfrazado de caballero, y le ofreció una manzana envenenada, que nada más morderla, se habría convertido en una bruja fea, fea, feísima. Pero como el disfraz era muy malo y los enanitos le advirtieron de que una princesa intentaría deshacerse de ella, se hizo la sorda y pasó de largo.
Al llegar a casa, un príncipe muy guapo, la esperaba montado en su caballo y le confesó que llevaba enamorado de ella mucho tiempo, pero que nunca se atrevió a decírselo, pero al final se armó de valor, y le pidió matrimonio.
La bruja, muy contenta, le dijo que sí y organizaron una boda de lo más elegante, y como invitados especiales eligieron a los nueve enanitos. Estaban vestidos de traje y corbata, y se veían muy graciosos.
Al final todos estaban felices, hasta la fea princesa, porque detrás de ese mal corazón se escondía uno bueno, porque en realidad se sentía muy sola, así que se compró un perro, y vivieron felices durante mucho, mucho tiempo.